La relación entre el gobernador, Juan Manzur, y el vicegobernador, Osvaldo Jaldo, pasa por un momento de relativa concordia. Después de los cortocircuitos de semanas anteriores, los ánimos se calmaron entre los dirigentes oficialistas más cercanos a cada uno de ellos. El germen de la interna peronista encontró en ese conflicto, sin embargo, una base real para comenzar a proyectar cómo se desarrollará la relación de ahora en más y sobre todo cómo será a medida de que se acerquen más las elecciones provinciales de 2023. Si bien hay algunos justicialistas que ya tienen definido a quién apoyarían ante un eventual divorcio, hay otros que sopesan los pros y contras de alistarse en cada bando. Los principales puntos que analizan puertas adentro están relacionados con la llamada “responsabilidad institucional”. ¿A qué se refieren? Al dinero y a las obras. Hay quienes ocupan cargos, por ejemplo intendencias, que dependen de los fondos y de los pedidos del Poder Ejecutivo ante la Nación. También están aquellos que están en la Cámara, por ejemplo, pero tienen familiares en municipios y comunas. Hay dirigentes que estarían en un brete a la hora de las definiciones. Por eso la mayoría reclama que el vínculo se mantenga y que las diferencias queden en lo anecdótico. También vienen advirtiendo que el tironeo de dirigentes es desgastante y no termina siendo saludable para el peronismo, aunque las lógicas apetencias y las internas están en el ADN de sus miembros.
Al margen, ¿qué destacan los políticos de Manzur y de Jaldo? De Manzur, los dirigentes subrayan la capacidad de trabajo, la ejecutividad y las relaciones con diversos sectores de poder económico y político que forjó mientras fue ministro de Salud nacional y durante la campaña presidencial de Alberto Fernández. También reconocen en él a un hombre con ambiciones políticas sin techo y hábil para la planificación a largo plazo. Lo que no les cierra, ni a propios ni ajenos, es que resulta indescifrable por momentos y que no demostraría sus emociones. No se sabe con certeza qué piensa o qué hará y esto quita previsibilidad a sus pasos y más en medio de una interna. Señalan que cuenta con un entorno cerrado y que confía en muy pocas personas, lo que limita los espacios en su entorno.
A la hora de anotar las cualidades de Jaldo, la experiencia en distintos puestos electivos y de gestión está entre las primeras, sobre todo como ministro del Interior. Esa trayectoria es, apuntan, la que le permite conocer a gran parte de la dirigencia de base hasta por los apodos. Esto es un capital valioso teniendo en cuenta que a los políticos les gusta que los conozcan. También destacan que es muy respetuoso y que, por ejemplo, si asiste a un acto se ocupa de dar su lugar a cada representante. Además, consideran que es más previsible que su compañero de dupla y que se puede hablar de frente con él. Difícil no saber qué piensa de tal o cual situación o persona. Lo que consideran que le resta puntos es que, cuando se enoja, es difícil de frenar, sobre todo en lo discursivo.
Estas listas de pros y contras por el momento quedarán guardadas pero latentes, mientras la relación permanezca en paz.
Problemas de memoria
El fin de semana se cumplió un aniversario que en la provincia ningún político del oficialismo quiere recordar. Hace cuatro años, el ex secretario de Obras Públicas, el tucumano José López, era detenido intentando ocultar en un monasterio de Buenos Aires casi nueve millones de dólares provenientes “de la política”, según él declaró en una de las tantas versiones que dio ante la Justicia. La noticia había caído como una bomba en el oficialismo provincial y en un momento delicado: Manzur y Jaldo recién estaban transitando la primera gestión después de las caóticas elecciones provinciales. Las derivaciones locales de los presuntos casos de corrupción finalmente no llegaron (al menos hasta ahora), pero hubo varios asustados.
López permanece detenido tras ser condenado por enriquecimiento ilícito y portación ilegal de armas de fuego y afronta otras causas. Nadie parece haberlo conocido por estos lugares. Lo cierto es que muchos por lo bajo reconocen que ensalzaron a este ex funcionario “raro” que apareció medio de golpe en la escena local y que lo usaron en la medida en la que trajo obras. Compartieron incontables paellas y asados. Luego, tomaron distancia cuando comenzó a esbozar que quería ser candidato a gobernador y esto ya no le gustó nada al entonces jefe del oficialismo, José Alperovich. Tuvo su grupo de intendentes y comisionados, que se envalentonaron con su proyecto forjado con dinero y promesas. En el camino, negociaron una candidatura a parlamentario del Mercosur, banca que hasta este año ocupará la dirigente Nancy D’Auría. Pese a los problemas de memoria, López estuvo y fue parte.